¿Te identificas con estás frases?

• Te pones ese vestido que tanto te gusta. Te das cuenta de que te sale una pancita. Tratas de restarle importancia al tema haciendo bromas respecto a esas incómodas lonjitas y de broma le dices salvadidas.

• La grasa se aferra a tu cintura. Por más que sales a caminar y haces algo de ejercicio, no puedes quemarla fácilmente.

• Dudas si deberías o no ponerte otra vez a dieta. O quizá piensas si sería buena idea hacer cita con el “doctor famoso” con el que van tus amigas. Ese que les da pastillas desconocidas para bajar de peso. Pero no quieres que te ocurra lo mismo que a ellas: bajas de peso rápidamente, pero en cuanto sueltas la dieta y las pastillas, tienes el famoso efecto rebote.

• Vienen de vuelta esas libras que habías perdido y te sientes frustrada…

• Te pones de mal humor porque no te gusta cómo te ves. Te sientes incómoda. Tus seres queridos lo resienten porque te enojas con facilidad.

• Te irritas de cualquier cosa. Prefieres encerrarte en casa, en lugar de salir y divertirte como antes.

• Tienes la intención de hacer ejercicio, pero no hay nada que realmente te motive a ponerte los tenis y la ropa deportiva. Te has creído la historia de que no tienes fuerza de voluntad y prefieres tirarte en el sofá a ver TV o simplemente a no hacer nada.

• Piensas que algo está pasando con tu cuerpo. Ya no es lo mismo. Antes podías comer lo que se te antojara sin subir ni una onza. Ahora en un fin de semana o en las fiestas de fin de año puedes aumentar de 5 a 10 libras con facilidad.

• Te sientes culpable por no poder controlar la ansiedad de la tarde y de los fines de semana. Esa que te hace comer dulces o papitas hasta ver el fondo del empaque. Has llegado a pensar que dentro de ti vive un monstruo come galletas, que devora todo.

• Probablemente cuando eras joven, no pasaste mucho tiempo preparando tu cuerpo para el futuro. Ahora, por momentos piensas que todo está perdido… Que estás envejeciendo y que no hay nada qué hacer.